Diez Puñaladas a la Autonomía Sexual
Femenina
Jorge Garaventa
Los fallos judiciales deberían cumplir múltiples funciones en las que, condenar
a quien comete un delito sería apenas una de ellas. No es bueno que los jueces
pierdan de vista que la misión de ser representantes de la Justicia los hace
portadores de la esperanza social de regular la convivencia entre las personas.
Una sentencia implica que la sociedad toma cartas en el asunto e inicia la
reeducación de quien no ha comprendido cabalmente los códigos de convivencia;
que intenta la reparación simbólica de quien ha sido víctima de algún tipo de
crimen, y también que la palabra judicial ratifica un orden que debería ser
previsible y de fácil cumplimiento para todos.
Sabemos que estamos planteando premisas ideales, pero también que cuando estas
no se cumplen, total o parcialmente transitamos el terreno de lo impune, de la
imprevisibilidad y de lo arbitrario. También, en el peor de los casos, demasiado
mas frecuente que lo deseado, la ideología hegemónica imprime su sello en fallos
caprichosamente “ejemplificadores.”
Dicen las crónicas periodísticas y parece repetir el fallo, que se dispuso la
libertad de un hombre que asesinó a su mujer de 10 puñaladas y que según el
fiscal se decidió en base a dictámenes que establecían en forma clara que el
hombre actuó bajo emoción violenta.
El fiscal, los Jueces y dos psiquiatras se pusieron de acuerdo en que el hombre
asesina a su mujer sobrepasado por la emoción.
Un detalle para nada menor es que el único testimonio existente es el del
asesino ya que estaba solo cuando irrumpió en la vivienda de su ex mujer, cuando
discutieron y cuando decidió matarla…y lo hizo.
Los Jueces y el Fiscal toman como válido el relato del asesino sin tener en
cuenta entre otras cosas, que no se trataba de su mujer sino de su ex mujer, que
si bien, como dice el fallo, el hombre fue a la casa de ella “para tratar de
reconciliarse”, lo cual es valorado por la justicia, obvian el detalle que la
mujer ya en reiteradas ocasiones había manifestado su negativa. La mujer termina
siendo culpable de su propia muerte ya que le confiesa al acosador que no gozaba
sexualmente con el y si con su actual pareja, lo cual parece actuar para la
Justicia como una provocación que valida el crimen.
Hasta aquí la anécdota que hiela la razón. Un fallo que confirma aquello que
tantas veces hemos dicho, que por mas legislación que incorporemos con
perspectiva de género, mientras no se cambie la ideología de muchos Jueces, lo
patriarcal será lo hegemónico a la hora de fallar.
Todo fallo, como decíamos mas arriba, emite un mensaje y omite otros. Este
Tribunal determinó que no es suficiente el “no” de una mujer para dar por
terminada una relación, si el hombre “tiene intenciones de reconciliarse.”
Estableció que si una mujer, agotados los argumentos “razonables” confiesa su
libertad sexual y de placer, habilita a quien ha sido su “propietario” a
terminar con su vida ya que es una afrenta que el macho patriarcal no puede
tolerar. Escribe un texto en el que sienta jurisprudencia y que habilita la pena
de muerte como forma de resolver los pleitos sexuales en las parejas, aún
cuando, como en este caso, una de las partes había dado por terminada hace
tiempo la relación. El firme “no” de la mujer pierde solvencia ante la intención
de reconciliación masculina.
Finalmente, deja en libertad a un hombre que, abanderado de un machismo
cavernario no vacila en actuar aquello que el tango o las mas nefastas crónicas
policiales nos traen a diario…”serás mía, o no serás de nadie…”
El asesino que, según su propio relato es incapaz de controlar sus emociones,
sus frustraciones y sus actos, disfruta de una libertad sin mas
condicionamientos que un tratamiento psicológico, a merced de repetir aquello
que no ha podido pensar, no ha podido procesar, ni tampoco ha recibido ninguna
sanción, lo cual no es otra cosa que una venia a su forma de resolver estas
cuestiones de pareja que no tardará en crecer en imitadores.
La mujer en una tumba fría, culpabilizada por su autonomía sexual y sin siquiera
recibir post Morten, aunque mas no fuera, la flaca comprensión de la justicia…
Y esto…es todo cuanto tengo para decir…