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Charla en la CHA, Comunidad Homosexual Argentina, el 25 de Septiembre de 2004

 

 

Palabras de Jorge Garaventa

 

 

Como Uds. Lo comprobaron la CHA hizo una profusa difusión de este evento, de resultas de la cual, además de chistes y burlas, que no necesariamente son lo mismo, llegaron varios mail, no pocos, con la pregunta afirmación: ¿Sos gay?

 

No soy gay, como tampoco soy un desaparecido, ni un familiar de desaparecido, ni un niño golpeado, ni un menor abusado, ni un preso político, ni un preso común sin derechos, ni un joven secuestrado, ni padre de un joven secuestrado, ni un adolescente en conflicto con la ley penal, ni padre de un adolescente en conflicto con la ley penal. Mucho menos una mujer golpeada, violada o discriminada. Hace muchos años trabajo en la defensa de los derechos de todas esas personas, y específicamente desde hace seis cada día desde mi bandeja de entrada. En todo este tiempo nadie me pidió explicaciones sobre mi posicionamiento en relación a estos temas, sin embargo fue suficiente que mi nombre y mi foto circularan en un mail de la CHA para que se me reclamara algún tipo de justificación por estar reivindicando derecho pleno para l@s homosexuales. Una muestra de que aunque se haga camino al andar mas de 20 años de democracia han apenas alcanzado para empezar a recorrer el sendero hacia una sociedad sin discriminaciones de género y de las otras.

 

Lo cierto es que aquí estamos, nos convoca el lanzamiento de la Ley Nacional de Unión Civil y más específicamente la reforma de la ley de adopción que incluiría el proyecto.

 

Cesar Cigliutti, Jorge Horacio Raíces Montero y Marcelo Sunthein  por nombrar solo a tres que conozco de persona y de mentas son apenas la vanguardia de una porfía que imaginamos con final feliz aunque probablemente ni pronto ni fácil. El patriarcado puede admitir desde hace décadas la existencia de Contramano, Bunker, o mas recientemente América, puede tolerar incluso la existencia de la CHA a condición de un funcionamiento en forma de gueto diferenciado. Lugares de expansión y diversión, casi pintorescos a los que incluso se puede ir a curiosear para confirmar que los putos son los otros, como a la zonas rojas.

 

Pero este movimiento subversivo que quiere borrar privilegios y exclusiones de un plumazo será y es, sin dudas, duramente combatido por la hegemonía machista.

 

Sostengo, y algunos se enojan, que la Unión civil en Capital Federal tomó por sorpresa a las capillas patriarcales porteñas, nacionales y hasta internacionales. Que hasta el Papa se haya referido en una homilía a Cesar y Marcelo es una muestra. Esto no desmerece la epopeya militante que coronó con esfuerzo la sanción legal sino que enaltece la estrategia elegida.

 

Por ende ahora están en guardia. Los homosexuales pretenden adoptar niños que para el patronato están mejor en la calle o en un instituto de aprendizaje delincuencial que entre putos.

La ciencia oficial, una cierta psicología oficial atacó primero y en algunos estudios sin rigor se explayan sobre las alteraciones gravísimas que acarrearía permitir semejante atropello. La CHA tiene en prensa en este momento un libro donde veinte profesionales de la salud mental damos cuenta de los fundamentos científicos para sostener la iniciativa.

Hoy el tema nos toca tangencialmente, pero vuelvo a decir, como a diario en los foros que la psicología debe dar cuenta de los nuevos paradigmas y subjetividades, animarse a confrontar sus propios pilares, internarse desprejuiciadamente pero con mucho rigor en los difíciles desafíos que nos plantea la sociedad del siglo 21.

No digo que nada se esté haciendo. El esforzado cotidiano trabajo profesional en los más difíciles escenarios da cuenta de ello. No se trata en esto de teorías o técnicas sino de actitudes. Y no hay actitud creativa que de progenie si no está atravesada por la ética envolvente de los derechos humanos.

“No hablemos tanto de la dictadura que Ud. siente que hay afuera sino de lo que le pasa a Ud. con  eso” me espetó mi flamante analista en 1976. Algo aturdido, joven, dogmático intenté aliviarme. Tal vez no estaba tan mal armar algo en mi cabeza que me permitiera pensar que la dictadura podría ser reflejo directo de mi Edipo mal elaborado, y más específicamente del eternamente irresuelto temor a la castración. Duró poco. Tres sesiones mas adelante me llamaría por mi nombre por primera, tal vez la única vez: “Jorge, afuera hay una cacería humana y vos no podés hacerte el distraído, sos candidato al secuestro, nosotros podemos trabajar tu angustia pero vos tenés que cuidarte, protegerte y refugiarte”

Entendí, ella me había perdido el miedo, probablemente en el mismo momento en que yo hubiera empezado a tenérselo a ella.

De esto se trata, hoy sin  terror, de perder los miedos sin perder de vista la realidad.

Alguna vez Freud dijo que si alguien sentía cosquillas cuando trataba temas sexuales mejor es que se dedique a cualquier cosa menos al psicoanálisis. La homofobia es una cosquilla, pero de las bravas, tanto que se ha matado en nombre de ella.

No estoy trágico, soy realista. Hace apenas dos meses en Clarín, el diario de mayor circulación publicaba una nota sobre detectives donde el dueño de una agencia alertaba sobre los tres males que preocupan a los padres de los adolescentes y por lo cual los contratan: drogas, delincuencia y homosexualidad. Página 12, en la sección psicología mas de una vez publicó artículos “científicos” que hablaban de la homosexualidad como perversión, mientras que La Nación no ahorró palabras para calificar la ley porteña de Unión Civil como un exceso de la democracia que pone en riesgo valores universales.

Ahora empieza la batalla en serio. Nuestra sociedad ha demostrado el pintoresquismo tolerante de mirar con cierta simpatía la marcha del orgullo gay. Cesar y Marcelo supieron de la sorpresa de la simpatía porteña ante su unión, pero nada de ello actuará como antecedente en el momento de pretender el derecho a la adopción. Ya veremos cuantos de los colegas que han transitado las teorías de género van a poder decir que la iniciativa les parece válida, y porqué. Porque ese será además nuestro desafío fundamental, apoyar esta gesta no con afirmaciones sino con fundamentos conceptuales.

 

Como cierre de esta apertura un regalo que no es gratis, porque leerlo y escucharlo cuesta. Difícil no encontrarse en alguna letra, en alguna referencia.

 

Cronista de los márgenes, símbolo del activismo gay y la resistencia contra la dictadura pinochetista, el artista visual y escritor chileno Pedro Lemebel es un autor no muy difundido pero ya central en el  mundo cultural latinoamericano. Nació en Santiago de Chile en 1955.

Antes de ser el autor de algunas de las crónicas más valientes, barrocas y lentejueladas de América latina, Pedro Lemebel se llamaba Pedro Mardones y enseñaba arte en un secundario. En 1982 ganó el Concurso nacional de cuento Javier Carrera y en 1986 publicó su primer libro de relatos, "Los incontables". Poco después adoptó su apellido materno "como un gesto de alianza con lo femenino" —explicó en una entrevista más tarde— y "para abandonar la estabilidad de la institución cuentera y poder aventurarme en la bastardía del subgénero crónica". En 1987 creó con Francisco Casas el colectivo "Yeguas del Apocalipis", donde cruzaba performance, video y fotografía. Como cronista, publicó "La esquina es mi corazón" (1995), "Loco afán" (1996), "De perlas y cicatrices" (1997), con textos escritos para la radio, y "Zanjón de la Aguada" (2003). Debutó en 2002 como novelista con "Tengo miedo torero".

Y yo saludo aquí porque después que les lea el poema, nada tendré para agregar.

 

 

 

Manifiesto, por Pedro Lemebel

 

Este texto fue leído como intervención en un acto político de la izquierda en septiembre de 1986, en Santiago de Chile. Publicado en Loco Afán (Anagrama, 2000)

 

 

 

No soy Passolini pidiendo explicaciones

No soy Ginsberg expulsado de Cuba

No soy un marica disfrazado de poeta

No necesito disfraz

Aquí está mi cara

Hablo por mi diferencia

Defiendo lo que soy

Y no soy tan raro

Me apesta la injusticia

Y sospecho de esta cueca democrática

Pero no me hable del proletariado

Porque ser pobre y maricón es peor

Hay que ser ácido para soportarlo

Es darle un rodeo a los machitos de la esquina

Es un padre que te odia

Porque al hijo se le dobla la patita

Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro

Envejecidas de limpieza

Acunándote de enfermo

Por malas costumbres

Por mala suerte

Como la dictadura

Peor que la dictadura

Porque la dictadura pasa

Y viene la democracia

Y detrasito el socialismo

¿Y entonces?

¿Qué harán con nosotros compañero?

¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos

con destino a un sidario cubano?

Nos meterán en algún tren de ninguna parte

Como el barco del General Ibañez

Donde aprendimos a nadar

Pero ninguno llegó a la costa

Por eso Valparaíso apagó sus luces rojas

Por eso las casas de caramba

Le brindaron una lágrima negra

A los colizas comidos por las jaibas

Ese año que la Comisión de Derechos Humanos

no recuerda

Por eso compañero le pregunto

¿Existe aún el tren siberiano

de la propaganda reaccionaria?

Ese tren que pasa por sus pupilas

Cuando mi voz se pone demasiado dulce

¿Y usted?

¿Qué hará con ese recuerdo de niños

Pajeandonos y otras cosas

En las vacaciones de Cartagena?

¿El futuro será en blanco y negro?

¿El tiempo en noche y día laboral

sin ambigüedades?

¿No habrá un maricón en alguna esquina

desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?

¿Van a dejarnos bordar de pájaros

las banderas de la patria libre?

El fusil se lo dejo a usted

Que tiene la sangre fría

Y no es miedo

El miedo se me fue pasando

De atajar cuchillos

En los sótanos sexuales donde anduve

Y no se sienta agredido

Si le hablo de estas cosas

Y le miro el bulto

No soy hipócrita

¿Acaso las tetas de una mujer

no lo hacen bajar la vista?

¿No cree usted

que solos en la sierra

algo se nos iba a ocurrir?

Aunque después me odie

Por corromper su moral revolucionaria

¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?

Y no hablo de meterlo y sacarlo

Y sacarlo y meterlo solamente

Hablo de ternura compañero

Usted no sabe

Cómo cuesta encontrar el amor

En estas condiciones

Usted no sabe

Qué es cargar con esta lepra

La gente guarda las distancias

La gente comprende y dice :

Es marica pero escribe bien

Es marica pero es buen amigo

Super-buena onda

Yo no soy buena onda

Yo acepto al mundo

Sin pedirle esa buena onda

Pero igual se ríen

Tengo cicatrices de risas en la espalda

Usted cree que pienso con el poto

Y que al primer parrilazo de la CNI

lo iba a soltar todo

No sabe que la hombría

Nunca la aprendí en los cuarteles

Mi hombría me la enseñó la noche

Detrás de un poste

Esa hombría de la que usted se jacta

Se la metieron en el regimiento

Un milico asesino

De esos que aún están en el poder

Mi hombría no la recibí del partido

Porque me rechazaron con risitas

Muchas veces

Mi hombría la aprendí participando

En la dura de esos años

Y se rieron de mi voz amariconada

Gritando: Y va a caer, y va a caer

Y aunque usted grita como hombre

No ha conseguido que se vaya

Mi hombría fue la mordaza

No fue ir al estadio

Y agarrarme a combos por el Colo Colo

El fútbol es otra homosexualidad tapada

Como el box, la política y el vino

Mi hombría fue morderme las burlas

Comer rabia para no matar a todo el mundo

Mi hombría es aceptarme diferente

Ser cobarde es mucho más duro

Yo no pongo la otra mejilla

Pongo el culo compañero

Y esa es mi venganza

Mi hombría espera paciente

Que los machos se hagan viejos

Porque a esta altura del partido

La izquierda tranza su culo lacio

En el parlamento

Mi hombría fue difícil

Por eso a este tren no me subo

Sin saber dónde va

Yo no voy a cambiar por el marxismo

Que me rechazó tantas veces

No necesito cambiar

Soy más subversivo que usted

No voy a cambiar solamente

Porque los pobres y los ricos

A otro perro con ese hueso

Tampoco porque el capitalismo es injusto

En Nueva York los maricas se besan en la calle

Pero esa parte se la dejo a usted

Que tanto le interesa

Que la revolución no se pudra del todo

A usted le doy este mensaje

Y no es por mí

Yo estoy viejo

Y su utopía es para las generaciones futuras

Hay tantos niños que van a nacer

Con una alita rota

Y yo quiero que vuelen compañero

Que su revolución

les dé un pedazo de cielo rojo

Para que puedan volar.