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El Enroque de un Femicidio

La Insistencia Impune

Jorge Garaventa

La noticia sencillamente decía que un hombre había asesinado a su ex yerno porque acosaba a su hija. Noticia encubridora si la hay, parece estar hablando del padre de una adolescente, sacado, que asesina a otro adolescente por esta cosa de los jóvenes que se obsesionan y acosan. Si hubiera sido así, no le resta gravedad. Estoy tratando de mostrar cómo algunos titulares de los medios encubren, intencionalmente o no, y remiten a modelos de relatos pre formados en el imaginario popular, que aún no termina de incorporar que el acoso es una cuestión gravísima, que no es un problema de jóvenes, y la violencia mucho menos.

El asesino es un Sr. de la tercera edad, la víctima, un hombre de 51 años, y su ex mujer, algo menor. No había en esta historia, si nos ceñimos a los hechos que a diario conocemos, nada muy diferente a los femicidios cotidianos: una persona muerta y alguien en la cárcel, solo que el matador, harto de la impunidad y del sufrimiento de su hija que en ese momento se encontraba refugiada en un hogar para mujeres golpeadas, decidió cambiar el final de la historia y de los personajes, y opta por ir a la cárcel para salvar la vida de su hija que había sobrevivido de milagro y que estaba refugiada, mientras su victimario transitaba serenamente sus tareas laborales y su vida social. Por mano propia el “asesino” dio por terminada una historia que la Justicia no quiso o no supo resolver a pesar de la cantidad de denuncias que la mujer había realizado en sede policial y judicial.

Es escandaloso que el Estado siga creando refugios para mujeres golpeadas ensalzando la impunidad de la violencia machista. Es escandaloso que la mujer amenazada y golpeada esté temerosa, lastimada, escondida y refugiada mientras el violento sigue transitando alegremente y no pague ningún precio por violar las medidas de restricción de contacto que cada vez se muestran más ineficientes.

Se ha facilitado enormemente la posibilidad de denunciar la violencia contra la mujer y hasta se han agilizado casi hasta el automatismo las medidas de protección, que luego nadie cumple porque toda la carga se instala sobre la víctima, que debe accionar el botón anti pánico o denunciar cualquier acoso por parte del denunciado.

Esta vez alguien cambió la historia pero la estadística suma. La violencia contra las mujeres sigue desatendida en su esencia y ninguna medida puede hacerlas sentir seguras si no se establecen las condiciones para que las medidas que se tomen sean de cumplimiento efectivo, y que dicho cumplimiento esté garantizado por las fuerzas de seguridad.

fatalmente, la desesperada acción de un padre evitó, probablemente, un nuevo femicidio, pero nada hay para festejar porque estuvimos una vez más hablando de una muerte evitable y porque el femicidio sigue acechando a la vuelta de la esquina, o en la casa de al lado…